No confluían las curvas,
difluían ambiguas imágenes,
el cerebro en semicírculos,
se disipaba al celeste cobalto
El amor señalaba en los labios,
ignita sombra de pómulos,
seducía la rosada fuga nasal
el alabeado verdinoso cuello
La melena al fuego enfurecida,
alargaba el arco iris de luz,
revoloteando cual crin de jaca,
fusionando el índigo, al escarlata
Su vanidoso y atornasolado seno
aquella criatura me descubría,
invariable, en extraña fijación,
sugiriendo escarlatas llamaradas
Al delgado esbozo de su figura,
y la feroz insistencia, yo resistía.
Enarcaba la viva escena, fría,
desbarrando su errante vida
Toda ella me envolvía de seducción,
me atraía a su fría, pétrea esfinge,
profanaba mi corpórea cutícula,
copulaba nuestra metamorfosis
¡Y…licuáronse nuestras taxonomías!