¡Cuán se sufren, hijo mío!
los peligros de la vida,
cuán quisiera sean mías
las angustias de mis hijos;
cuán quisiera estar contigo
como ángel que te cuida,
la esperanza que mitiga
los venenos del espino;
Dios les realice sus sueños,
siempre, siempre los proteja,
y los mantenga reunidos;
la protección de los cielos
y la actitud más serena
sea la luz de sus caminos..