Sinfonía pletórica
La luna que te observa soldado ignominioso
refleja en sus pupilas un trono de cristal;
y vive el lisonjero, su estuario es lo gozoso
clemente y muy tranquilo con venia celestial.
Aquel jurisperito reclama tu anatema
después que la inocencia se despidió y se fue...
Aquel pues tiene un nombre, se llama todo emblema,
sinfónico y prudente, saciado con la fe.
La luna misionera derrame su incensario
y el astro le acompañe con mucha autoridad.
El Rey de reyes canta la musa y su breviario;
el dueño de la vida, de toda la verdad.
Muy lejos, en comparsa se exalta un buen artista
y el arpa y la sonata, salterio o el violín
son ecos de la tarde. Del cielo la conquista,
aquella lontananza que cuida el querubín.
Soldado, no te olvides, peldaño tras peldaño
un ángel te acompaña, su boca sabe a miel...
podrán cubrirte fieras, mas nunca te harán daño
si crees en el pecho que vencerás con él.
No sigas de rebelde soldado que te agredes
creyendo que eres fuerte con savia de león.
Acepta que en la lucha, vencer solo no puedes;
el arte de los triunfos se da en el corazón.
Samuel Dixon