Noche efímera, tan bella y salvaje.
Tu luz de luna se socava del arrebato.
Imponente cómo un navío lúgubre que navega los mares de la melancolía.
Ah te vistes de estrella,
en tus ojos el rencor de la bruma construyó las costas dónde ancle mi existencia.
El crepúsculo se llevó los luceros de la tarde para que tu ternura cubra las flores dormidas.
En el campo estelar voy repartiendo corolas y espinas
y en mi venganza clavo la daga de mi amor sobre tu rocío.
Y voy atravesando la nebulosa
y la penumbra me invade de nuevo.
Y todo ruge y golpea cómo los fuertes vientos de los bosques que a mí pecho retuercen sus gemidos nocturnos.