Mordía mi almohada sin saber
si a mi lecho vendrías con tu fuego
fui el llanto que guarde donde navego
mordaz con este amor de anochecer.
También cerré mis alas de mujer,
la sabia sensación donde el sosiego
plegándose al suspiro yo me entrego,
y extraño con mi cuerpo ese placer.
Beberme de tus labios con esmero,
el cáliz de una tarde anaranjada
y el viento llegara donde te espero.
Te espero con mi piel envenenada
ya que eres esa miel donde me muero
yo quiero complacerte enamorada.