Aunque enmudecieran
las chicharras
y los alcaravanes,
aunque se silenciaran
los abetos y las náyades
cuando el viento
rompiera sus ramas,
aunque se apagaran
las estrellas y
el interior de los volcanes,
aunque mi voz cayera
en un pozo
de negrura sin eco,
aunque mi pensamiento
alcanzara la locura
y perdiera el recuerdo,
aunque la muerte
se aliara con mi infortunio
y aunque mi corazón se quebrara
como se quiebra el cristal...
¡Aunque todo eso sucediera,
y de todo mi mal sueño,
el sueño fuese realidad,
aún en el más absoluto
de los silencios,
seguiré queriéndote igual!