El jinete sin cabeza del caballo muerto.
De historietas, de cuentos, de mitos y leyendas
Una noche fría, de rayos, truenos, de relámpagos y de centellas tormentosas
De espantos y de oscuridades que se escondían entre arbustos, que azotaban sombras peligrosas
La luna se había escondido entre nubarrones, de tinieblas escalofriantes misteriosas
Bajaban por un camino serpenteante, hacia la quebrada de los espantos de alaridos y quejidos tenebrosas
Los cuatreros, con ganados y caballos, de robos y asaltos, de sangres y lamentos horrorosas
Bandoleros y salteadores de caminos y haciendas, malhechores de actividades vergonzosas
Se sentaron entre las piedras de la quebrada de los espantos, con gritos y vítores bulliciosas
Y a la luz de una linterna, contaban las reses en forma sigilosa y animosa
Cuenta la historia, entre mitos y leyendas, de cuentos, de sombras fantasmales
De esos escalofriantes, que hacen estremecer los espíritus malignos, que se esconden entre los matorrales
Era una noche fría y oscura, en que los facinerosos entraban robando a los corrales
Salteadores de haciendas y cuatreros fugitivos, que azotaban con sus armas infernales
Dejando a su paso sangre y muerte, llantos y lágrimas, que corrían a raudales entre los cafetales
Salió el mayordomo de la hacienda, montando en su caballo en medio de la algarabía que acechaban las oscuridades
Jinete y caballo a galope, persiguiendo a los cuatreros, defendiendo con amor y valentía sus propiedades
Y allí al borde del abismo del precipicio, se encontró con los malhechores, que lo desafiaron, mostrándole las armas de sus crueldades
La noche oscura y borrascosa, presagiaba tempestades, muerte, sangre y barbaridades
Un bandolero, maleante y ladrón, saltó sobre la montura, cercenando de un solo tajo con un machetazo, la cabeza del jinete, acabando con el sueño y canto de los ruiseñores
Acabando inmisericordemente con la vida bella y placentera, incrementando sus temores
La cabeza del jinete rodó por la pendiente hasta el lecho de la quebrada de los espantos, dejando una estela de sangre, de fantasmas y dolores
El caballo relinchaba y en dos patas desafiaba y defendía a su amo de los bandidos, asaltantes y malhechores
El caballo inclinó las orejas hacia el peligro, relinchando con resoplidos ansiosos y temerosos de sus cazadores
Bufaba y chillaba de miedo, defendiendo con patadas y coces violentos y certeros hacia los temibles salteadores
Pero una lanza de un facineroso, atravesó con furia y soberbia el corazón del caballo y moribundo y agonizante, cayó junto al jinete sin cabeza, como los únicos de esa noche escalofriante, los valerosos perdedores
Se silencio la vida y allí quedaron tendidos, agonizantes, pálidos de inertes, brotando a borbotones sangre, que corría por el desfiladero hacia el precipicio y lecho de la quebrada de espantos, dejando una estela llena de gritos escalofriantes, de espantos y horrores
Jinete sin cabeza y el relincho del caballo agonizante, se volvió leyenda, de cuentos y mitos escalofriantes amenazadores
De habladurías, acompañado de relatos terroríficos, de sombras y tinieblas, entre pueblos campos, veredas y caminos, de escritos e historias apasionantes, de escalofríos atemorizantes, de tenebrosidad, de sombras y temores
De pronto, los cuatreros empezaron a sentir una ventisca fría, que helaba la sangre, el alma, el corazón y las extremidades
El ganado empezó a mugir de miedo y angustia, de algo tenebroso que presagiaban en medio de la quebrada de los espantos y sus profundidades
Se apoderó de los malhechores, el horror, el pánico y el asombro, presa de los cobardes y sus temeridades
Reses y caballos formaban círculos mugiendo y bramando de espanto, babeando de terror y ansiedades
Y allí, encima de una piedra inmensa y en medio de aquella noche oscura, apareció la figura siniestra del jinete sin cabeza, montando en su caballo atravesado por una lanza, sacando chispas de fuego, en medio de las oscuridades
Ganados y caballos en manada, huyeron en estampida y despavoridos ante la amenaza que corrían sus libertades
Rodeados entre piedras, quedaron los cuatreros a la orilla de la quebrada de los espantos, apesadumbrados, mudos, perplejos y paralizados de presenciar aquella figura maléfica del averno, con el nerviosismo de sus ansiedades
Blandiendo el látigo al rojo vivo, lo descargó sobre el espinazo de los malhechores, con fuerza descomunal, con el terror de sus brutalidades
Estalló contra las piedras sus agonizantes y sangrantes humanidades
Y con el resoplido y el rugir del caballo, los hundió en el fondo de la quebrada, pagando con la vida, las agresividades de sus atrocidades
Al cabo de un rato, reinó el silencio y la soledad de la noche y sólo se oía el golpeteo de las aguas de la quebrada y los croares de ranas y sapos en sus intimidades
Amaneció con el sol alegre y con alborada deslumbrante y las reses y caballos mugían, bramaban y relinchaban en los corrales, en sus pastos y con la armonía de sus vitalidades.
“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga marzo 03-2024