jorge enrique mantilla

El jinete sin cabeza del caballo muerto

El jinete sin cabeza del caballo muerto.

De historietas, de cuentos, de mitos y leyendas

 

Una noche fría, de rayos, truenos, de relámpagos y de centellas tormentosas

 De espantos y de oscuridades que se escondían entre arbustos, que azotaban sombras peligrosas

 La luna se había escondido entre nubarrones, de tinieblas escalofriantes misteriosas

Bajaban por un camino serpenteante, hacia la quebrada de los espantos de alaridos y quejidos tenebrosas

Los cuatreros, con ganados y caballos, de robos y asaltos, de sangres y lamentos horrorosas

Bandoleros y salteadores de caminos y haciendas, malhechores de actividades vergonzosas

Se sentaron entre las piedras de la quebrada de los espantos, con gritos y vítores bulliciosas

Y a la luz de una linterna, contaban las reses en forma sigilosa y animosa

 

Cuenta la historia, entre mitos y leyendas, de cuentos, de sombras fantasmales

De esos escalofriantes, que hacen estremecer los espíritus malignos, que se esconden entre los matorrales

Era una noche fría y oscura, en que los facinerosos entraban robando a los corrales

Salteadores de haciendas y cuatreros fugitivos, que azotaban con sus armas infernales

Dejando a su paso sangre y muerte, llantos y lágrimas, que corrían a raudales entre los cafetales

Salió el mayordomo de la hacienda, montando en su caballo en medio de la algarabía que acechaban las oscuridades

Jinete y caballo a galope, persiguiendo a los cuatreros, defendiendo con amor y valentía sus propiedades

Y allí al borde del abismo del precipicio, se encontró con los malhechores, que lo desafiaron, mostrándole las armas de sus crueldades

La noche oscura y borrascosa, presagiaba tempestades, muerte, sangre y barbaridades

 

 Un bandolero, maleante y ladrón, saltó sobre la montura, cercenando de un solo tajo con un machetazo, la cabeza del jinete, acabando con el sueño y canto de los ruiseñores

 Acabando inmisericordemente con la vida bella y placentera, incrementando sus temores

La cabeza del jinete rodó por la pendiente hasta el lecho de la quebrada de los espantos, dejando una estela de sangre, de fantasmas y dolores

El caballo relinchaba y en dos patas desafiaba y defendía a su amo de los bandidos, asaltantes y malhechores

El caballo inclinó las orejas hacia el peligro, relinchando con resoplidos ansiosos y temerosos de sus cazadores

Bufaba y chillaba de miedo, defendiendo con patadas y coces violentos y certeros hacia los temibles salteadores

Pero una lanza de un facineroso, atravesó con furia y soberbia el corazón del caballo y moribundo y agonizante, cayó junto al jinete sin cabeza, como los únicos de esa noche escalofriante, los valerosos perdedores

Se silencio la vida y allí quedaron tendidos, agonizantes, pálidos de inertes, brotando a borbotones sangre, que corría por el desfiladero hacia el precipicio y lecho de la quebrada de espantos, dejando una estela llena de gritos escalofriantes, de espantos y horrores

 

Jinete sin cabeza y el relincho del caballo agonizante, se volvió leyenda, de cuentos y mitos escalofriantes amenazadores

De habladurías, acompañado de relatos terroríficos, de sombras y tinieblas, entre pueblos campos, veredas y caminos, de escritos e historias apasionantes, de escalofríos atemorizantes, de tenebrosidad, de sombras y temores

 

De pronto, los cuatreros empezaron a sentir una ventisca fría, que helaba la sangre, el alma, el corazón y las extremidades

El ganado empezó a mugir de miedo y angustia, de algo tenebroso que presagiaban en medio de la quebrada de los espantos y sus profundidades

Se apoderó de los malhechores, el horror, el pánico y el asombro, presa de los cobardes y sus temeridades

Reses y caballos formaban círculos mugiendo y bramando de espanto, babeando de terror y ansiedades

Y allí, encima de una piedra inmensa y en medio de aquella noche oscura, apareció la figura siniestra del jinete sin cabeza, montando en su caballo atravesado por una lanza, sacando chispas de fuego, en medio de las oscuridades

Ganados y caballos en manada, huyeron en estampida y despavoridos ante la amenaza que corrían sus libertades

Rodeados entre piedras, quedaron los cuatreros a la orilla de la quebrada de los espantos, apesadumbrados, mudos, perplejos y paralizados de presenciar aquella figura maléfica del averno, con el nerviosismo de sus ansiedades

Blandiendo el látigo al rojo vivo, lo descargó sobre el espinazo de los malhechores, con fuerza descomunal, con el terror de sus brutalidades

Estalló contra las piedras sus agonizantes y sangrantes humanidades

Y con el resoplido y el rugir del caballo, los hundió en el fondo de la quebrada, pagando con la vida, las agresividades de sus atrocidades

Al cabo de un rato, reinó el silencio y la soledad de la noche y sólo se oía el golpeteo de las aguas de la quebrada y los croares de ranas y sapos en sus intimidades

Amaneció con el sol alegre y con alborada deslumbrante y las reses y caballos mugían, bramaban y relinchaban en los corrales, en sus pastos y con la armonía de sus vitalidades.

 

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla – Bucaramanga marzo 03-2024