El sol
al recostarse sobre el límite del día
se desnuda de luz sobre las olas
y el mar
en el tacto azul que desborda el horizonte
de tu silueta fundiéndose en mis ojos
dicen
entre caracolas el viento que no espera
el rumor salobre de tu piel y mi boca,
tu nombre
en la aurora cayendo sobre el pardo ocaso,
la aurora descolgándose en un atardecer
largo y castaño,
arrobándome
una última vez antes del
rubor que se precipita
al borde del agua, entre la nada.