Es un pecado haberte dicho, adiós.
porque en mi mente, todas las noches
estás tu, cada día siento, como no me
abandonan el sabor de tus dulces besos.
Se me eriza la piel, sintiendo el roce de
tus manos, invadiendo mi cuerpo de placer.
te miro en cada rostro, también en la tibieza
de un triste amanecer, lloro por tu querer.
En mis días, mis soles son sombríos, y en mis
noches, todo es sombras y tristeza, te miro en
mis sueños amándome, otra vez; pero desperté
y lloré, por no ver bien, este amor que yo despedía.
Es un pecado, haberte dicho adiós, porque no lo merecías.
vivo un gran pecado porque no puedo obligar a que mi
corazón te olvide, púes él tiene mente propia, y no le voy
a matar por esa razón, porque debo ser honesta, y admitir
que aún yo le amo, y no quiero cometer este pecado.