Después de una calcinante noche de copas
El hombre solo quería refugiarse en un lugar más tranquilo.
Se paró de la mesa
Y tambaleantes puso los pies uno después del otro
Ya en el cuarto blanco, mirando fijamente su rostro,
Aquella copia de sí mismo escupió estas palabras:
- De hielo parecen aquellos ojos que me ven
Y yo… que de los ríos estoy hecho
Solo quedo aire.
Aire que cruza el cerro aquel
Y que con ímpetu eleva un par de alas
Alas que la luz del sol matará con el atardecer
Ya sin alas, ¡la caída pudre todo a su vez!
Solo queda pues, dentro de este mundo repugnante
Un vacío… vacío que no tiene fin
Hace años que aquellos ojos son de hielo
Hace años que aquellas alas…
Se dejaron morir.