Madre coatepecana,
eres como el cielo que cobija nubes blancas,
así es el rostro
de tu dulce mirada.
Madre coatepecana,
eres como la fragancia de una brisa perfumada
y en tus caricias escondes
las bendiciones soñadas.
Madre coatepecana,
eres el enjambre donde nace mi esperanza,
la dulzura más tierna
donde la dicha se alcanza.
Por eso recitaré en tu día
un fuerte verso que altere la paz
con mis palabras y una dulce melodía.
Dios te bendiga madrecita del alma.