30 de septiembre de 1981
Terminaba la tarde y él jugaba,
jugaba con ella en sus rodillas...
jugaba con su nieta, la que amaba,
la de la risa y simpatía...
Era tan pequeña entonces
que no debe recordarlo.
Se levantó luego y me dio un abrazo,
así... como les muestro, amoroso y cálido
y comenzó a subir las escaleras
con la lentitud obligada... mansamente.
Y antes de perderse saludó a todos
con la mano abierta, así... como les muestro.
En mi descanso nocturno, inquieta pausa,
me sacudió la llamada álgida.
Presuroso acudí a ella sabiendo que no llegaba
a tiempo a despedirme.
Al llegar, dormía con la placidez de su alma
y el silencio de su pecho aturdió mi oído.
Ya se había ido... le dejé mi abrazo...
y mis lágrimas!
Así... como les muestro...
De mi libro “Del ser de mi existencia”. 2018 ISBN 978-987-4004-71-0