Pueden hablar por/como, pero no
desde nosotros. Seguramente, escribirían
este poema cien, mil veces más rápido
que este representante de la imperfección,
pero no sabrán que precisamente ahí
radica la belleza y mucho menos darán
con ella porque no se busca; nos encuentra.
Sus algoritmos pueden reproducirlo y
mejorarlo todo, alguna fe en la ciencia tengo.
Aunque también destrozar, típicos hijos
de nuestra historia autodestructiva.
Pero ningún mecanismo latirá desde su
pecho ni guardarán miedo ante la muerte
y por eso no amarán la vida.
Yo, solo con esta rebeldía ¿tendré suficientes
pruebas para demostrar que no soy
uno de ellos?