Cuando se apague al fin la luz de mi existencia,
veraz la sangre que arrojarán tus pupilas,
como fantasmas que se agrupan en las filas,
mientras esperan apacibles cruel demencia.
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Sublime voz cuando sentí gran elocuencia,
la dulce miel que va atrapando ave de paso,
la marioneta que al fin durmió en tu regazo,
bajo tu manto de maldad sin resistencia.
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Oscuridad la que me espera en el camino,
atrás mis pasos van dejando solo sombras,
pero es la senda que elegí como destino.
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Tus gemidos están manchando mis alfombras,
vil sollozos de un sufrimiento repentino,
son amores que por olvido ya ni nombras.
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Manuel Ibarra©
Caracas/Venezuela
06-03-2024
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