Voy a dedicarte mis noches más lúcidas,
hasta que tu recuerdo deje de doler,
te juro que amaré a otras más de lo que yo te anhelo.
Hasta que dejes de doler, mis letras serán tuyas,
de mis cadenas tendrás la llave que me libere de esta pasión que quema mis entrañas
y se extiende en todo mi ser
Hasta que dejes de doler,
serás mi juramento, mi ideal.
En la soledad de tu recuerdo, mi voz se enmudecerá en un nudo inesperado
como una sombra que se desliza y atrapa mi garganta sin aviso
y que me niega decirte al oído cuanto te amo.
Hasta que dejes de doler, te juro en tu nombre ser el anfitrión
de un festín perpetuo de lujuria y placer
Hasta que dejes de doler,
juraré gritar tu nombre mil veces al mar en mi busca
incesante de no pensarte al despertar.
Que la esencia mía se derrame todas las veces que sean necesarias, hasta que dejes de doler,
me obligaré a encontrar algo tuyo en otra piel.
En otras caderas, busco la redención,
en la pasión efímera, busco apaciguar mi tormento.
Prometo consumirme en las llamas del deseo, hasta que el fuego de tu recuerdo
se desvanezca en mi pecho.
Entre susurros perdidos, busco tu eco,
en labios ajenos, busco el sabor de lo prohibido.
En otras aureolas escudriño el camino hacia tu olvido.
Juraré sumergirme en las grutas de la tentación, hasta que la ausencia de tu alucinación
se convierta en mi emancipación.
Hasta que dejes de doler y tu recuerdo se vuelva cenizas que revelen un nuevo mañana,
seguiré soñando que tu cuerpo me consume
y de mi lascivia eres Señora.