Fueron esas, las Baldosas
Enquistadas
y tan Rotas
de esa Calle de Antaño
que ya Has Olvidado...
Fue la Luz Dispersa,
Cercana
y Endiablada,
que Auguró el Silencio
de los Cielos Eternos...
Fue, Quizás, el Sonido Grave
que Mutiló la Sangre
de Aquel Soldado
que Jamás Conociste...
Fue, esa, la Proyección de la Luna
y el Eclipse Eterno...
Fueron el Aire y el Viento
que Taracearon las Piedras,
tan Blancas y Duras,
en un Vidrio Esmerilado,
Rasgado,
Sólido
y Breve,
Encriptado,
por el Inasible Tiempo...
Fue la Lluvia y el Celeste Cielo
y el Ave en Derrota,
que Surcó los Mares
con un Ala Desquiciada
y Rota...
(Patricia)