Aquellos resplandores de la luna
Destilados a través de las hojas,
reflejados en las paradas aguas,
originaba formas, entelequias.
Aquella noche que a solas
en medio de tan afable sosiego
sentí esa quietud
que toda esa concordia aumentó.
Rumiaba esas cuestiones eternas,
surgían a borbotones las ideas,
pulsiones que como las olas golpean
al morir en la orilla de mi ánimo.
Aquella noche clame a los cielos,
al karma, a los dioses, al universo,
a esos seres de luz, a mí mismo;
la sabiduría, intuir lo inconcluso.
Lo inconcluso de mi ser reflejado
en las narcisistas aguas quietas,
arrogante mirar, fatuos oteas,
artificios de mi propia ocultación.
Culturales atuendos cargados
de encubrimientos para vivir,
¿que sentimos?, sentía lo aparente
y esa realidad que sin ser verdad.
Aquella irrealidad de aquella noche,
verdad no inspirada, ni expirada,
concebida al penetrar las imágenes
de rostros con gestos desiguales.
Realidad no asumida, ni subsumida,
realidad que no es, realidad aparente,
engaño causante de todas las dudas,
los castillos de naipes sin cuestionar.
Desaparecieron las imágenes
que emergieron para desvanecerse,
y quede turbado mirando, solo
se veían reflejos de luz de luna.