Nunca supe cómo llegaste tú, a mi vida.
Menos aún, cómo llegaría yo, a la tuya.
De no querer amar, estaba convencida.
Menos, del que NO, me quisiera suya.
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En verdad, estaba distraída con el amor.
Pero, si sé qué, me propuse a quererte.
En verdad estaba enfocada en lo mejor.
Lo que más aspiraba, era yo a ti, tenerte.
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Vi que tu vida se movía sobre paradojas.
Yo ansiaba a que tú, también, eso vieras.
Pero, no era así y, por todo, te acongojas.
Hice imposibles, para que tú me tuvieras.
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Y terminé recordando, la frase de mi abuela.
“Sí el Adán no te besa, ha de ir, a la Escuela”.