Adiós, es lo abreviado
de, a Dios le encomiendo tu alma
una frase que lleva un dejo de tristeza
como de, no te veré más,
no hay razón alguna, para que así sea
Decir adiós no es doloroso
si se piensa en volver,
porque lo que duele
es perder las esperanzas
de una partida con regreso
Decir adiós es alentador
si late la ilusión de retornar
a los brazos añorados,
a acariciar el rostro adorado
del ser, dueño de nuestro amor.
Por eso creo que no está bien
decir adiós con el alma dolorida
como si no hubiera un mañana,
en silencio y pensativos,
con la mirada lejana y transida
por desconocer el objetivo
que el destino, nos tiene preparado.
Hay que decir adiós con el corazón
rebosante de alegría, esperanzado,
con abrazos, besos y caricias
a sabiendas de un reencuentro
que no sabe de tiempos, ni distancias.
Y nos devolverá la felicidad perdida