Enrique Rodríguez

Abril

Estabas triste y desolada
mientras su voz 
a tu oído hablaba,
de nubes grises y destellos
que iluminaban el firmamento. 
 
No empeoró tu situación
a pesar de que el acusador 
te habló mal de aquella voz,
que suavemente se adentró 
en tu noble corazón.
 
Tu respuesta a esa luz de abril 
que iluminaba tu cielo gris
fue simple y sutil.
Pero logró encender
la luz del amor
que pintó tu cielo de color.
 
Color que duró 
lo que dura una flor
fuera de su zona de confort.
 
Dulce y amarga pasión
que ahora deprime tu corazón.