Malinche, Malinalli, Marina.
Hierba torcida de noble origen;
vieron la luz tus ojos
ahí donde se esconde la serpiente.
Mujer valiente,
pagaste el precio de ser esclava.
Amaste sin ser amada
y te llamaron ¡traidora!
y te arrojaron piedras a la cara.
A ti, a la gran señora
que eras la dueña de la palabra,
te maldijeron y despreciaron
triste deshonra en tu propia raza.
Y sin embargo, ahora
mi pluma quiere reivindicarte;
con estos versos te llamo ¡madre!
Limpiaré con mi puño el lodo
que la historia sobre ti ha lanzado,
salpicando tu blanco manto.
Y adornare tu frente
con plumas de quetzal y filigrana.
Mujer, amante, niña,
princesa, madre, hermana.
Malinche, Malinalli, Marina,
yo te agradezco mi piel mestiza.
Tu sacrificio de amor no ha sido en vano
El sentir de tu carne
revive ahora en nuestro regazo.
Porque no fuiste piedra de tropiezo
sino piedra angular, base y cimiento;
pilar donde descansa nuestro origen.
Y fuiste mujer, antes que todo,
por tu propio derecho.
Malinche, Malinalli, Marina,
alza con dignidad tu frente,
porque tu amor valiente
ha vuelto a palpitar en nuestro pecho.
(Autora: Josephine Barrett)