Y derrapas ese ansia por sobre sábanas yermas y muertas,
forzando ese anhelo mediante malestares,
mientras la dolencia clama por esa dulzura
añeja y eficaz en forma de beso veloz,
la cual dará a mi dormitar
un encumbramiento bondadoso
y por fin pacífico..
Ya dejas esa persiana un poco abierta
para ver el sol cuando llegue la hora de despertar,
y te sabes solo, forjando un señuelo cruel y divino
que te hará hombre ante la soledad más oscura
y ante esa diadema llamada desprecio.
Conservas ese febril manejo de habladurías mutuas
y te tuerces en posición fetal para luego dormir
boca abajo sobre esas mantas
negras y estúpidas, tan lúgubres y tuyas,
mientras esas almohadas no acompañan
y tu respiración no se escucha,
pareces ya muerto, corazón..
Y tratas de conciliar ese sueño voraz el cual se ausenta
en posters de pesadilla y en botellas vacías durante horas,
clamas por la paz pero esos ejércitos batallan tan duro,
tan prosaicos y vengativos contra tu sucia bondad.
Y esperas ese alma celestina
la cual acompañará dulcemente
esos dormires y esos despertares,
esas suaves comidas,
las cuales aún ausentes recuerdas
borrosas en un despierto sueño.
Mantienes ese reir fornicador
y decides voltear cabezas
en busca de zonas no babeadas,
conllevas ese supor y pudor
al más no poder mientras suavemente,
el sueño maldito llega de una vez.
Avistas ese campo elíseo maravilloso,
en el cual ella es tu dueño y mendigo,
es tu galaxia, madreselva sin cara
quien ofrece esa voz desconocida pero tan voraz,
como roja es la sangre que corre por ti
mientras tus claros ojos se mueven velozmente
de un lado a otro en un sueño acojedor..