Si me encuentras tan radiante
después de algún mal trago
será que mi diamante
está oculto y enterrado
en quizás ninguna parte
que tú sepas de tu agrado.
Tu aliento en sepia
me recuerda qué es sagrado
en el campo de esta ausencia
revelándome las plagas
mientras todos me aconsejan
que lo haga o no lo haga
jamás rompa con mis alas
algún objeto
o sería restaurarse
al obsoleto don de la arrogancia.
No hay de mí entonces
ni una estafa
ni se nos oye hacer de cafres
aquí cada noche
que se hace tarde:
palabras mayores
no a mi alcance
que aún soy joven
para cosecharme.