Le pregunté a la tierra,
¿qué siente al notar la lluvia
cuando cae golpeando sobre ella?
¿Qué siente cuando los arados
arañan y abren su piel?
Le pregunté a la tierra,
¿qué siente cuando un cuerpo
cae sobre ella, y el corazón de una madre
se parte en pedazos al perder un hijo,
rompiéndose la rama de su vida?
Le pregunté a la tierra,
¿qué sientes cuando con tu manta
cubres el cuerpo inerte
de aquel que te pisó tantas veces
y hoy cubres con tu manto frío?
Y la tierra me respondió:
Soy la madre de todas las cosas,
y en mi abrazo se funden la vida y la muerte,
el dolor y la alegría,
la esperanza y la desolación.
Siento la lluvia como un bálsamo,
como una caricia que me nutre y renueva,
pero también como fuerza implacable
que me erosiona y desgasta.
Siento el dolor de la madre como un cuchillo
que atraviesa mi corazón.
Comparto su sufrimiento y
reflexiono sobre la fragilidad de la vida
y la inevitabilidad de la muerte
que nos une a todos.
Yo soy la madre de todas las cosas,
y en mi abrazo se funden
el dolor y la alegría,
la esperanza y la desolación.
Yo soy la tierra, y soy parte de ti.
Yo soy la tierra, y soy parte de ti.