Hazle saber que lo pienso,
casi que constantemente,
al despertar mi primer verso
es su sonrisa incandescente.
Hazle saber que mi puerta
no he sido capaz de cerrarla,
intenté blindar de mil maneras
el sentir del alma y mi esperanza;
de algún día verlo llegar a mí
y que esta vez quiera quedarse,
decirme que ha dejado de huir
del deseo que nacía al mirarme.
Universo, a ti te ruego
en un grito desgarrado
le muestres en un sueño
cuánto lo estoy amando.
Inconsciente, arte y telón
a ustedes hoy les ofrendo
los latidos de mi corazón
y que sepa que lo quiero;
en mis días, en mi cama,
en mis brazos y en mi boca,
el café de sus ojos empalaga
y me desnuda a todas horas.
La melodiosa magia en sus dedos
hace que imagine tantas locuras,
en veintidos partiría mis decretos
por sentirlos otra vez en mi cintura.
No lo puedo evitar, Universo, óyeme...
Escribo y su cuerpo obnubila
mis sentidos vueltos al revés,
si veo música en sus caricias
y oigo cada beso que tatué en su piel...
Ceci Ailín