El viejo roble está envejecido
y yo le miro, y en él me veo.
es el cansancio de tantos años
que van forjando su viejo cuerpo.
Pienso en el roble y hasta sonrío
al ver sus ramas y sus recuerdos,
porque en las mismas hay sinfonías
y hasta el aroma de viejos tiempos.
Hay poesías que están colgadas
entre las ramas qua mueve el viento,
y que renuevan los corazones
y hasta las manos que trazan versos.
Yo fui poeta durante un rato,
y en un instante subí a los cielos,
pero la vida pasó muy rápido
y aquellos ratos, hoy son un eco.
Viejo poeta de pelo cano,
conserva al niño que va en tu pecho,
y cuando puedas deja un suspiro,
en una letras, y hasta en un beso.
Porque no dudes que habrá unos ojos,
y unas pupilas buscando en ellos,
la poesía que va en tu alma
y hasta la magia de amor eterno.
Luego, si quieres, sé como el roble,
con su semblante anciano y serio,
pero conserva siempre en los labios
una sonrisa para tus sueños.
Rafael Sánchez Ortega ©
09/03/24