edwin toninho

qualia de primavera

roja rojez del carmesí

la felicidad de antaño  

cubierta con silencio

 

ella era hermosa

desde cualquier ángulo que la vieras 

cualquier percepción que pudiera 

hacerte saber de su presencia 

había ternura en su voz

inocencia en su mirada 

amor en cada línea, en cada curva

en cada expresión de su rostro 

sus labios carmesíes, más suaves

que la seda de las rosas o 

cualquier otra flor

siempre que sonreían

te hacían sentir paz 

 

pero nada me hizo sentir 

el fuego...

enrojecido, silencioso, destructor 

que desde el fondo 

consumía sus pocos otoños  

que eran toda mi felicidad

tan brillante y deslumbrante 

como el cielo ardiente de la Aurora 

que a los pastores 

en las altas tierras y 

a marineros en alta mar 

predice la terrible tormenta

 

vi todas las señales 

pero no las advertencias

no en la cruz de la entrada 

de accidentes y emergencia

ni la nota manuscrita 

que también en rojo añadía 

«no se admiten acompañantes»

 

con el matiz triste 

de sus labios carmesíes

me sonrió brevemente 

con la sombra débil y apagada 

de aquel tiempo primaveral 

me envió un beso, diciendo 

«adiós, mi amor» y

sin saberlo ella

 «adiós mundo»

«adiós vida»