Lea Nieves Torres

Cuentos de motilonia

Corría el mes de julio. Era sábado. Los días eran calurosos, tan calurosos que, la ciudad, otrora verde, parecía un infierno. Los animalitos buscaban donde guarecerse del calor. Margarita parqueó su moto debajo del único árbol de almendro que quedaba en la cuadra; abrió el garaje entró la moto y sacó seis vasijas con agua para los animalitos callejeros tal como le había enseñado su abuela. Miró con tristeza el cielo con sus nubes difuminadas y entró  al amplio apartamento que compartía con su marido, alte poco se le veía por allí; era una casa para dos, que en algunos días de fiesta se llenaba de gentes que consumían licor bailaban comían gritaban y cuyas bacanales duraban de viernes a martes en esa orgía de los lunes festivos, pero ese día la mujer estaba sola. A eso de la una de la madrugada se oyó un grito agudo y Margarita salió a la calle pidiendo auxilio. Por ahí estaba un vecino No tambulo con la carne pegada a los huesos y alerta. _ayúdeme vecino dijo la mujer aterrorizada- allí está allí está-dijo que me iba a matar. _¿Quién preguntó el hombre- Ella, ella la tipa vestida de blanco. El vecino entró, revisó todo minuciosamente y no vio nada y se percató que la muchacha era muy bella y usaba una pijama transparente..._y su esposo dónde está_preguntó- está de viaje contestó ella. La música de despecho se colaba a chorros por las ventanas, se colaba por las puertas, subía y bajaba por los techos, se metía debajo de la cama, se sentaba en los muebles, erizaba la piel e invadía la sangre y los sentidos...

Eran las 3 de la madrugada y la mujer dijo: _acompáñeme a comer- son frijoles como los hacía mi abuela, con carne, costilla guisada, tocino frito, tostones, arroz blanco, ensalada de aguacate. Notámbulo que tenía un hambre de lobo aceptó la oferta y después de comer se despidió dejando a la mujer el número del celular por si acaso.

Eran las 4 de la mañana cuando Morfeo acunó a Margarita. La dejó sumida en un profundo sueño, con los brazos cruzados sobre el pecho. Ella soñó un viaje secreto por un túnel de dos bocas: una boca de luz a la entrada y otra boca de atmósfera oscura y grisácea a la salida. Dos monstruos apocalípticos la tomaron de los brazos y ya ya la llevaban... ¿a dónde? ¡Nooo Dios mío! Gritó ella dentro del sueño y en una millonésima de segundo apareció de nuevo en la boca de luz, casi no podía respirar... Como pudo se levantó, fue a la nevera y se sirvió tres vasos de agua fría y tomó una aspirina...

Eran las 3 de la tarde de un miércoles, caluroso como un infierno, cuando los sicarios que perseguían a la muchacha y a su marido dieron en el blanco... Y Margarita entró por la boca de luz del túnel en millonésimas de segundo y salió por la boca grisácea y oscura donde la esperaban los dos gigantes apocalípticos con sus pieles de lagarto con sus ojos de fuego con sus manos de pezuñas y cada uno la tomó de un brazo... Así los vecinos se dieron cuenta que Noctámbulo había dicho la verdad...