Nosotros los hombres,
los de carne y hueso.
Los que vamos libres por el horizonte
de las desventuras y de los sucesos.
Los hombres de turno.
Los hombres eternos.
Los blancos, los negros, jóvenes y viejos.
Los ricos, los pobres, los malos, los buenos.
Pasajeros somos, en el tren del tiempo…
Nosotros los hombres,
los que disfrutamos.
del almíbar suave de una rosa virgen,
luego satisfechos fácil olvidamos.
Nada nos detiene,
ni un cándido beso.
Por los vanos vicios a la borda echamos,
todas las conquistas y quedamos presos.
Y nos preguntamos: ¿Yo me lo merezco?
Nosotros los hombres,
los incomprensibles.
Los que malogramos la misericordia
en las frías brozas de lo irreversible…
Nosotros los hombres
polvareda errante,
esclavos serviles de toda malicia
nosotros los hombres, frívolos amantes.
Los que cuestionamos a Dios por la muerte.
Y existimos hombres,
los que si lloramos,
Los que damos todo a cambio de nada
cuando ilusamente nos enamoramos.
Hombres de renombre
y hombres ignorados,
Los que tejen sueños desde sus trincheras,
y los que atrincheran los sueños dorados.
Nosotros los hombres,
los de carne y hueso.
Los que vamos libres por el horizonte
de las desventuras y de los sucesos.
Pasajeros somos, en el tren del tiempo…