Fortuna debe tener el elegido,
el que no sabe de sus lugares oscuros,
el que explora las ansias y los temores,
el que desdicha tiene y la recita.
Fortuna debe sentir el que se enamora
y no entiende de qué está hecha la materia.
Se encierra en su ser, en su demencia,
y con palabras traduce a la vida
los más tristes versos y elegías.
Fortuna tengo yo en mis desdichas,
por los versos que mi cuerpo llora.
Fortuna tengo por vivir tras las sombras,
en la misión de interpretar la travesía.