Tómate tu tiempo y ve despacio.
A tu ritmo a tu antojo.
Ve aprendiendo cuanto puedas.
Y si en cambio nada aprendes,
quizás es porque seas quien enseñe
a los que están a tu lado.
Recuerda y ten presente
que la vida es un regalo,
que todos tenemos pasado,
que olvidaremos un día todo lo que hemos logrado.
Y que será el mismo lecho donde juntos reposemos.
Que no importará el dinero.
Si estás muy joven o viejo.
Igual tómate tu tiempo.
Observa, aprecia y atesora,
que la vida es una sola.
Ama, canta, ríe y llora
baila, salta, corre y vuela,
la vida es una escuela.
A veces te toca aprender,
a veces eres maestro.
Pero somos tan pequeños
en este inmenso universo.
Y hay tanto por aprender,
pero no nos alcanza el tiempo.
Ya hacemos esto o hacemos aquello,
pero a veces solo por provecho.
Y la vida también trata de hacer lo que nos guste.
De perderse entre las letras,
de perdernos entre nubes.
De estar a solas y sentir libertad.
De imaginar un mundo nuevo
donde quizás puedas volar.
Por eso tómate tu tiempo
y haz un nuevo comienzo.
Donde lo que hagas te haga feliz,
donde puedes ser tú y no hay que fingir;
donde no te dañen ni tu tampoco,
donde puedas ser feliz con poco.
Y lo más importante que puedas compartir,
tu amor, tu alegría,
tu tiempo aquí;
aunque realmente no sepas
ni cómo, ni cuánto te queda.
Así que tómate tu tiempo en serio.
Que se va y no vuelve.
Y a veces hasta parece que sobra.
Pero realmente siempre nos hace falta.