Es tu sombra
la que entorpece mi camino;
y tropiezo salvando escollos,
que juzgan la luz del día.
No cumples tus promesas;
ya no soy, verso ni musa,
quizás una poesía imperfecta.
Qué desdén más extraño
que se clava con cada latido
de mi silencio.
El pensamiento es perezoso,
y se curva con la exigencia
de la vida.
¿Por qué al borde del abismo,
el rumor se alza de nuevo?
Pienso en el sendero errante
como el sabor amargo del chocolate.
¡Bienvenidos al abismo del amor!