En la cálida brisa de la nueva amistad, confié mi corazón desnudo y mis pensamientos más puros a tu cuidado. En solo unos días, me inspiraste confianza y lealtad, y abrí las puertas de mi vida sin reservas. Sin embargo, hoy aprendo que aunque las palabras pueden sonar dulces y prometedoras, son los actos los que revelan la verdadera intención. Como un ladrón en el altar, tus acciones han traicionado la confianza que te entregué tan generosamente. Aunque el dolor de esta decepción sea agudo, sé que aprenderé y creceré a partir de esta experiencia. En mi corazón, guardo la esperanza de que algún día, encontraré una amistad verdadera, una en la que los actos hablen más fuerte que las palabras vacías.