Existen tragos únicos que suelen habitar
entre ciertas botellas de licor.
Aquellos son los mismos que,
como todos los demás,
también entran por la boca,
pero en un breve instante inesperado,
se desvían de las calles del cuerpo
para escribir por si mismos,
un destino distinto al de los demás
sobre los senderos del alma.
Entonces recorren esas calles,
y al toparse con el alma inerme y taciturna,
hacen de las suyas con el alma.
La rondan,
la seducen
y ella diáfana y seducida
se desnuda embriagada de licor y pasiones,
y exponiendo sus intimidades de
anhelos e ilusiones,
describe sus versiones del mundo para el mundo,
versiones que póstumamente serán motivo de burlas para el alma.
Entonces decide el alma,
exiliar esos tragos nauseabundos,
convirtiéndolos en lágrimas que se van para siempre
hacia algún olvido reservado para las lágrimas
que primero fueron licor.
Chávarro.C