Volveré,
Dije un ayer, al despedirme
con ese adiós doloroso,
que conllevan las partidas,
Ella se quedó parada en la puerta
con los ojos nublados de lágrimas
y yo partí convencido de mi vuelta
Con el paso del tiempo inexorable,
mis ansias de retorno, se fueron
diluyendo, al encontrar nuevos amigos
y para que mentir, nuevas ilusiones
con nombre de mujer.
Las cartas se fueron espaciando
y creo que al mismo ritmo
el amor que profesamos se fue enfriando.
No es extraño entonces
que ella no saliera a ver si el cartero
llegaba con mis buenas noticias
y ocupara sus horas en alimentar
un nuevo y cercano amor.
Mientras, yo con mi promesa de volver
me angustiaba al pensar el sufrimiento
que había causado al no cumplir
el compromiso amoroso prometido.
Dicen que la distancia es como el viento
apaga el fuego chico, pero enciende
llamaradas cuando abraza el fuego grande
esa frase trasladada al sentimiento
es fácil de entender. Si el afecto no alcanzó
las dimensiones de un gran amor
no es extraño que la distancia
lo lleve al ostracismo del olvido
eso nos ocurrió a ambos, nuestro amor
era al parecer más bien una ilusión
de las tantas que uno alberga en esta vida.
Y mi volveré, pasó a engrosar
la lista de mis promesas fallidas.