En este mes de octubre
de vientos fríos y
barriletes multicolores (cometas),
una gama de sabores
propios de mi tierra alimentan
el paladar exigente de cada niño y ciudadano
que transita por las calles, mercados rurales y urbanos.
Desde los jocotes de corona
en sus típicos canastos regalando a la vista de propios
y visitantes, el colorido del suelo que ha aprovechado
los nutrientes y en jugosas esmeraldas y rubiés se ha convertido.
Y que decir… de los ayotes (calabazas),
se prepararán con la obscura miel de la panela,
que recordará el arte culinario de las abuelas,
cuando en el Día de los Santos (de difuntos) se disfruten,
para conmemorar la abundante cosecha y saludar
a los seres queridos que se han ido al infinito;
desde allá a esta patria bendicen para saborear
cada año el fruto que la naturaleza prodiga.
Mirna L. Carranza Archila