Me he visto ignorado por los signos del cielo
atravesando el vacío en caída perpetua,
contenido mi poder por el del resto que sueñan
en los brazos del Padre que los hizo imperfectos
para así doblegar sus frentes frenéticas.
Me he visto imantado por un hoyo de ausencias
olvidando que tuve alguna vez una infancia,
yo herido por el tiro de gracia
de las miradas que sin más se entremezclan,
adonde tiesos los muertos descansan.
He enfermado confinado en infiernos
de tanto que en vano quise transmitir mi mensaje
a generaciones postreras, sintiendo
como el hierro penetra en la carne y el traje
elegante manchando mis siervos.
Yo vi restaurado el orden primero
al sucederse secuencias
de a cada cual más violenta
y tuve el honor de conflagrarme en su inercia
todo a una vertida mi alma misérrima,
dulce locura fue entonces que fundara el imperio
mi ego: la bestia.