Soy lírico y cerebral.
Dios me dio el don
de asumir la realidad,
buena o mala,
oscura o clara,
mas mi propia verdad
con temple en el vendaval.
Se que no voy a fallar,
por eso ando tranquilo,
circunspecto,
con ganas de empezar,
como si fuera un niño
que se atreve a soñar,
volando papagayos
tras la estrella celestial.