¿Qué hago con tanto amor?
Cómo extraño tu boca que vida me daba en cada beso.
Extraño tus abrazos que encerraban mi cuerpo todas las noches
de tus despedidas, al día siguiente volvíamos a tenernos y a sentirnos.
Extraño tus ojos negros mirándome con deseos de destrozarme
en tus brazos, sacudirme con fuerza, violentando mi cuerpo inerte,
sujetándome a tu antojo y a mi antojo, que gustosa me rendía a ti.
Extraño tu risa la que me contagiaba y me quitaba la tristeza,
Reíamos hasta por tonterías parecíamos dos locos.
Extraño tus canciones conque me despertabas cantándome,
la canción más hermosa, es la de Ányelo.
Cómo no llorar por ti, cómo no extrañarte eres mi único amor,
tú me despertaste a la vida, dándole vida a mi vida, ilusión y esperanzas.
Me amaneció la vida para dártela, creo qué para ti nací,
para compartir las penas y alegrías contigo.
Caminamos por caminos de terrecería, nos montamos en alas del viento,
acercamos nuestras bocas en ricos besos y nuestros cuerpos con pasión pecaminosa,
horas eran eternas en tus brazos de mañana despertábamos en el lecho
lleno de auroras enamoradas y apasionados sonreíamos.
Nos dábamos la vida en cada beso, para no olvidarnos nunca.
Vestimos horizontes de gala, como boda de dos locos enamorados,
engalanamos la noche, con estrellas relucientes.
Éramos almas desterradas bajo lunas ocultas y soles nublados.
Un día amanecí extrañando no estar en tus brazos, y no sentir el fuego
de tu piel morena encima de la mía, sofoqué mis ganas, pensándote cerca,
te fuiste antes de que entrara por la ventana el alba y nos diera los buenos días.
a mí me amanecieron ganas de poseerte, olerte, tenerte, disfrutarte sobre mi cuerpo,
estoy deseando balancearme acunada en tus brazos fuertes.
¿Qué hago con tanto amor?
Regresa y esta noche hazme toda tuya, volvamos a volar sobre estrellas, en cielos azules.
¡Hazme tuya, amor! Vuelve a darme todo el amor que espero de ti, ahora, mañana y siempre.
No permitas que me olvide de ti, dame tus besos de fuego.
¡Resucítame! Dame respiración de boca a boca.
Extraño tus ojos negros como la noche, los veo desvistiéndome y quitándome el pudor,
Para volver a poseerte con mis ganas y tus ganas.
Este amor es solo tuyo de nadie más, también quiero que tu amor sea solo mío.
Vuélveme loca, hazme tu dueña, tu diosa, tu esclava yo obedezco.
¡Siempre tuya, siempre mío, ojos míos!
Alicia Pérez Hernández
No es la pluma la que escribe, es el alma
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