Una corona de espinas
atormenta mi cabeza
observando la vileza
que el amor esquiva
y doblando esta esquina
veo la gran fortaleza
de Dios y su alteza
que todo lo domina
la humanidad esta roída
por ratas hambrientas
que devoran sedientas
la paz y la armonía
llenándome de agonía
hundiéndome en la pereza
y solicitando cada día
el amor y la alegría
en soledad y apatía
viendo a la gente pérdida
dando falsas medidas
hablando cosas horrendas
e inundando de ofensas
la gran Ley Divina
ruego yo a la paciencia
sea por ella recibida