En este escenario de estrellas y luna,
te recito mi amor, bajo la noche bruna.
Un poema de amor, irreverente y sincero,
como el amor mismo, un rebelde compañero.
El amor, ese bandido sin permiso entró,
y en el pecho de un valiente, su flecha penetró.
Irreverente es, no sigue guion ni regla,
en un corazón cautivo, felizmente juega.
No le importa si es momento, si es lugar adecuado,
si el mundo está preparado o ha sido avisado.
Desafía al destino, a la razón y al tiempo,
hace suyo el universo en un simple intento.
Contigo aprendí en mi vida esta lección vital,
que el amor es un arte, no solo un acto mortal.
Irreverente sí, pero hermoso y verdadero,
como el sol que emerge, así mi cariño sincero.
En tus ojos vi la chispa, ese fuego sagrado,
que me habló sin palabras y quedé hipnotizado.
Amarte es mi rebelión, mi acto de desafío,
contra un mundo que a veces me parece tan frío.
Y aunque el amor caprichoso ponga pruebas,
nuestra unión, como el acero, solo se renueva.
Por ti seré rebelde, ¡Por ti el mundo enfrento!
porque en este amor irreverente, solo no me encuentro.
Así que aquí, delante de la luna y el cielo,
te ofrezco mi vida y mi corazón sincero.
Juntos, en este amor, seremos leyenda,
porque incluso la irreverencia, contigo se enmienda.
Amarte es mi insurrección, es mi victoria,
tú, mi compañera, en esta loca historia.
Por siempre seré el enamorado irreverente,
¡Mi niña hermosa! Contigo hasta la muerte.