Noche de negro velo, que cubres con tus fauces,
sedienta de amores frescos, primaverales.
Animas la ferviente pasión de rojos corazones;
Juveniles los nacientes petalos, que serán
arrancados, entre suspiros y jadeos, en un
oscuro jardín, agazapados, huyendo de las
lascivas miradas, de los paseantes.
El amanecer llegará brillante, tibio, fecundo.
La inocencia robada, tal vez desgarrada en
momentos irreflexivos de loca pasión sentida.
En doscientos ochenta amaneceres de tiernos soles
vendrán las ilusiones vestidas de esperanza,
con punzantes dolores cual dagas clavadas,
aliviadas, con el canto nuevo, de notas
de infantil llanto.
Esto, es lo que dejan algunas aventuras,
de los escasos calendarios adolescentes,
que creyeron encontrar la dicha, abrazados
por el velo de la noche, entre cesped y flores!
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
14/03/2024