El mundo, un cristal roto, fragmentos
de historias inconclusas y sueltas,
dispersión bestial, nada los une.
El árbol presencia silente.
El clima deja las estaciones sin amarras,
sus raíces buscan un espacio entre el asfalto
como flores silvestres buscando su vida.
cada hoja cae como el grito de un pasado,
en el lienzo de su propia existencia agreste.
Desnudos los árboles muestran en la piel
la lectura de sus cicatrices de la resistencia
a la intemperie del silencio urbano,
Con el grito desarmónico de los habitantes,
el dolor escurre entre las causas y crece
como melodía dolorosa en las esquinas.
Las hojas no regresan, simplemente caen
en alcantarillas, su destino eco del dolor,
como cantos reflexivos, desvestido se marcha…