Somos irremplazables,
poderosos habremos de ser
y siempre lo decimos
o a mí me lo parece,
pero llega un don nadie
con su barco de una vela
y dos remos carcomidos;
su estrategia no es muy fina
y nos desplaza a porrazos
y del radar desaparecemos.
Ya somos humo.