Francisco Javier G. Aguado 😉

Elegía a la soledad

Una soledad nació cuando nací…
crecí amamantado de soledad,
azucarada soledad, pero soledad al fin…
que la soledad fue mi leche materna
cubrieron de soledad mis piernas
y calzaron de soledad mis pies.

En una jaula de oro me encerraron
con tierna maternal soledad de miel
y crecieron dientes devoradores,
labios y ojos de soledad predicadores,
profeta de cardos y dolores,
viviendo en soledad la soledad.

En mi campo, como espigas
miles de soledades levantaban
y todas completaban el quijotesco paisaje
de viento y soledad.
Millones de fantasmas solitarios
pululan por mi vida sin cesar
que sin cesar me habeís creado
sensación de soledad.

La soledad, el motivo de mi ira,
soledad de soledades al sol tendidas
contemplando tu huida en soledad
y sin sentirte arrepentida.
Dejaste en soledad mis huesos
teñiste de soledad mi paz
y desnudos mis anhelos
vestiste de soledad mi soledad.

Y al recordar mi soledad de entonces
sangre fría me recorre por las venas
recordando de manera serena
la soledad que me dejaste.
Porque esa soledad que me engendraste
fue mucho más que soledad
fue la Soledad de soledades
puñal clavado sin piedad.