Mil ojos indiscernibles,
candentes en la órbita propia.
En el asedio del propio
producen la oscuridad nítida,
y una línea sin interrupción hacia mi mirada
de un tiempo sólo medible por la intensidad.
Caminar ese silencio es transitar el desierto,
dueño de la eternidad, océano del tiempo,
poseso en medio de la tormenta de silencio
y camastro abierto en el que dormimos
y desesperamos
y nos desollamos húmedos,
fosas en las preguntas.
José Luis Galarza (Calchaquí, Santa Fe, Argentina: 2019)