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**~Me Quedo Aquí XXII~**

Me Quedo Aquí XXII



Como la forma más vil,

Me quedo aquí,

Es como tentar la vida,

Y satisfacer la carne,

Es como hacer de tripas un engaño,

Y saber que el hambre aún queda,

me quedo aquí,

como alfombra a mis pies,

como una lava que corroe,

al final de un volcán en erupción,

me quedo aquí,

aunque los volcanes estén todos juntos,

y si estalla uno estallan todos,

me quedo aquí,

como Línea del Ecuador,

que trasciende, transmuta,

y parte en tres al mundo,

es línea divisora e invisible,

y como un rayo que perpetra morir,

me quedo aquí,

en mi inhóspito lugar,

en la furia y euforia que enaltece,

un desliz o una fuerza,

la que lanza un deseo,

de entregar lo que acontece,

un dolor, una penuria,

una escasez o una desfachatez,

en el alma muerta de espanto,

de un dolor inconsecuente,

cuando atormenta la luz,

el delirio, el desafío y el frío,

me quedo aquí,

pues, en el tormento frío,

se enaltece el corazón,

como suspicaz encuentro,

cuando en el alma se llena de luz,

descendente o incandescente,

como la luz del mirar,

sólo queda una sonrisa,

como la de la risa sarcástica,

errática o fantástica,

como la era de una época,

casi trasmutada,

o transfigurada,

de un dolor, de un mal, o de una penitencia,

y en ausencia se debate una presencia,

me quedo aquí,

como el lugar de un volcán,

como las piedras alfombra a mis pies,

por aplastar con todo odio,

a esas piedras que aún se llenan de frío elemento,

y que aún me quedo aquí,

demostrando que el cuerpo queda inerte, inmóvil,

en Tierra firme, en Tierra desafiando el dolor,

por una caja de pandora en que falta el calor humano,

cuando en el coraje del corazón,

queda como cometa de luz,

abandonando la ira, el odio, y el rencor,

y sin la luz es como la oscuridad,

no dejaré de creer en el alma,

si la Línea del Ecuador,

cruza los estándares invisibles del corazón humano,

y no deja en ver al cielo,

demostrando que se puede ir lejos,

como muertos ya de un sólo rayo y tan mortífero,

me quedo aquí,

como un cálido volcán,

en lugar de la lava y que arde en derredor,

cuando sólo se siente,

como un suave desenlace frío,

el corazón y la niña de tus ojos,

la pupila y la retina,

mirando en sólo repentina luz,

me quedo aquí,

porque tan sólo solo está el corazón,

y odiando como nunca,

quedé como piedra,

y como alfombra de algunos pies,

que mortifican y que hieren en lo profundo,

pero, sólo amé a quien no era justo,

y ahora persigo a quien me hizo alfombra a sus pies,

porque en realidad hay que odiar en vez de amar,

y no hay que tentar la palabra del Cristo,

sino que existe tiempo para todo,

porque así soy yo,

y me quedo aquí…




Por: Srta. Zoraya M. Rodríguez 

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