Donde nuestra historia empieza,
en mitad del cielo,
vive el blanco espíritu del árbol,
luminoso y brillante,
olma bicéfala
que entrelaza nuestras vidas.
Ya se acabó el tiempo de la espera,
el dolor interminable
paliado con la mente,
el momento nebuloso
del que emanan
las sutiles partículas irisadas
que resisten a la fortuna,
porque un papel no necesita
una palanca
para cambiar el mundo,
porque un concepto
puede ser un ritual
que abre el corazón.
Estos versos no son
una declaración de principios
ni requieren una liturgia,
pero si vives apuntalando
las mentiras hasta convertirlas
en verdades reinsertadas,
deja que se desmoronen,
como la conformidad del pobre
y la felicidad del rico.
En la vigilia, ante la desazón,
acción y reacción, con urgencia.
¿De qué te sirven las lágrimas
si observas una pregunta
en los ojos enrejados
y no puedes quitar el puntal
o nunca puedes tocar fondo?.
Poca sensibilidad,
falta de humanidad,
corazón de hielo.
Espíritu viejo,
que haces bostezar a la amargura,
la vida te robó la sonrisa
pero la reconozco,
agazapada y tímida.
¿Cuál es tu condición?
¿Cuál puede ser tu esencia?.
Siempre digo lo que pienso,
sin las máscaras retorcidas
de la apariencia,
pero crees que soy como tú
porque nunca has visto
tu reflejo en el cristal,
o quizás vives sin ver no oír,
acurrucado en la cuneta
bajo mil rayos
en mitad de un remolino.
Si el mundo está del revés,
si es un paralogismo.
que nadie dispare,
que si el sol se enfría
presento mis alegatos,
reafirmo mis principios,
abandono las ideologías,
atranco la puerta
y día a día remontaré
sin remordimientos,
abarcando la totalidad
de la existencia.
Dame tu mano
que no la soltaré.