Tres de la mañana.
el silencio de la noche.
Solo interrumpido por algunos quejidos
de algun enfermo, del Hospital General de México.
Yo, estudiante con deseos de aprender.
-Hoy, le toca a usted la guardia-
En medio de camas, enfermos y olores a medicinas y alcohol,
pino y cloro. Ahí estaba yo, con deseos de ser un buen medico.
Tres de la mañana, en un pabellon \"tranquilo\" por ser un
servicio de dermatologia.
-Doctor, doctor, ayyy, me duele, venga, venga!
Al final del pasillo flanqueado por camas y sombras,
apenas percibi una silueta, dando vueltas en su sitio.
Con sus pasos a la distancia y en medio de la penumbra,
parecia que su pelo se movía al vaivén de su andar,
en sus manos, unas vendas sucias de pus y sangre.
-buenas noches, que le pasa?
-No encienda la luz, no la encienda, se puede espantar!
su voz casi inentendible, hueca, ronca, rasposa.
-Ay doctor, Ay doctor. Ya no se que hacer, ayudeme!
Sobresaltado, descubri, algo que supuestamente era su cara!
Lo que creí que era su rostro, eran pedazos de piel, que colgaban
de sus mejillas,...por nariz... solo dos orificios! por donde
se escuchaba su agitada respiracion...No tenia nariz!
los ojos desorbitados, rojos, con signos de infección.
Sin pelo, solo pequeños mechones brotaban de su craneo.
lo que a la distancia, creia que era su pelo, era la piel que
colgaba de sus mejillas.
Extremadamente delgada, la piel palida, seca, apenas
forraba sus huesos.
-Por qué a mi!
Mi esposo, me abandonó, porque apestaba! le daba
asco.! mis hijos no sabian que hacer conmigo.
Aqui las enfermeras, casi no me quieren atender!
Que va ser de mi!
Doctor, con sueros e inyecciones me quitan el dolor,
se me calma.
¡ Pero me duele el alma!, me duele el
alma!
Me estoy muriendo, me estoy descarnando!
Pedí ayuda a otro pabellón y como pudimos, la curamos
y los sedantes hicieron su efecto. quedando en paz
por esa noche.
Asi fué mi primera guardia, nunca lo he podido olvidar.
Dr. Salvador Santoyo Sánchez
18/03/2024