Te odio, insomnio mío
desde mi pecho vacío
odio mi cama y mis sabanas
odio el cojín y la almohada
odio cada giro, cada suspiro
cada temblor, cada respiro
cada frenético latido
del corazón;
odio la oscuridad que me envuelve
la claustrofobia que vuelve
y los grillos en mis oídos
odio el luchar cada momento
con el torbellino del pensamiento
odio que no pase el tiempo
cada vez que me despierto;
te odio, te odio tanto
te odio hasta el llanto
con todo mi sudor y mis ojeras
te odio con todas mis fuerzas
y me odio también a mi
porque al fin soy yo
quien olvidó cómo dormir.